Hoy estaba viendo una película francesa de una familia que se reunía después de 18 años (18 años después se llama) y me acorde de mi infancia, de lo inocente que era, mas bien sería ingenuo, y me dio risa...
Recordé que cuando era super niño iba a visitar a mis tíos en Santiago e iba casi todos los fines de semana para allá. Vivían en un departamento de Vicuña Mackena en la Florida. Recuerdo que era el paradero 24, aunque no estoy muy seguro. Había una panadería cerca y tenían una máquina para cortar panes de molde (trivialidades que uno recuerda) y me gustaba ir a comprar pan ahí, porque estaba recién salido del horno y con mi prima nos comíamos los panes por el camino hasta llegar al departamento. Abajo había unos juegos, donde pasaba jugando, había uno que te parabas encima y empezaba a girar y salías super mareado.
Una vez me quede en Santiago y mi familia se vino a Quillota, y mis primas querían ir a un club de Barbie... ufff... que aburrimiento... todo rosado... lleno de niñas estupidizadas (se que no existe esa palabra, pero cumple su fin si la entiendes) por las muñequitas esas. Después terminó ese martirio y nos llevaron al centro a comer helado. Yo tenia como 10 años y nos compraron unos helados en barquillo que eran como de un litro de helado (quizás era menos, pero a esa edad todo es gigante) bañado en chocolate. No comí nada más en todo el día.
Recuerdo que tenía una amiga, ahora no recuerdo su nombre. Con ella era con quien jugaba en las tardes. Era bastante linda y me gustaba, pero era muy tímido para decirle. Era hija de un militar, no recuerdo si conocí a su padre, aunque no lo creo. Un día domingo me enfermé de sarampión en Santiago, así que mis padres me dejaron ahí por toda la semana. Yo feliz de no ir al colegio durante una semana, ya que si me mejoraba luego, tenía todo el tiempo para jugar con mi amiga. Un día llega mi prima y me dice que ella está enferma también. -¿Qué tiene ella? - le pregunté, y me dice peste cristal. Yo pensaba, es tan linda que hasta las enfermedades que le dan tienen nombres bonitos (que idiota) y la envidiaba porque yo estaba lleno de granos rojos y me sentía pésimo (como 8 años después me dio la famosa peste cristal, de la que aun me quedan cicatrices). De ella no supe más, porque cuando volví a Santiago se había cambiado de casa.
¿Por qué escribí esto? No tengo idea... ¿Alguien lo leerá? No sé... ¿A alguien le importa? Francamente no me interesa, sólo fue un recuerdo que no quería que quedara en mi mente y se perdiera como tantos otros.